El reflejo de la brillante luna
en el oscuro lago era hipnotizante, sentadas en la orilla, ella fija en la nada
acariciándome la melena. Me apoye en su hombro y se despertó de su ensoñación.
Me Abrazó fuerte como si mañana no hubiese.
-Sandra, te quiero, nunca me
dejes. – Me susurró con su melodiosa voz.
-Tranquila, estaremos juntas para
siempre.
Nos fundimos en un dulce beso
lleno de pasión.
-Me apetece un baño nocturno.-
dijo mientras se acercaba a el agua.
-Yo te espero aquí.
Se quitó el vestido y se zambulló
en el agua.
Cogí la cámara y continué
haciendo recuerdos de este maravilloso fin de semana en el lago.
De pronto, una luz salida del
fondo del lago atrapó a Marina y se la llevó consigo. Me Levanté velozmente,
grité su nombre, no contestó. Nerviosa, me tiré con ropa y todo al agua. Nadé,
buceé, la busqué por todo el lago. Salí y seguí buscando por los alrededores.
Cesé en la fallida búsqueda.
Mi amada Marina... ¿Dónde estás?
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