sábado, 2 de junio de 2012

Dolor

Caes, el viento silba entre tus cabellos, la tierra se precipita, todo cobra un sentido diferente, la velocidad te aturde, las lágrimas resbalan de tus ojos, te olvidas de todo.
Una vez impactes contra el suelo, y tus órganos se esparzan por la superficie y quede esa brillante y escarlata mancha de sangre, cuando eso pase, ya nada tendrá importancia...

Calma y Desesperación.


¿Alguna vez has querido desaparecer? ¿Perder tu memoria en el olvido y dejarte naufragar en el mar de la nostalgia? ¿Dejar de ser quien eres?
La paz que quedaría en tu mente, sin arrepentimientos, ni sentimientos punzantemente dolorosos, tranquilidad, como un cuerpo sin alama, flotando ligero sobre el agua clara, sintiendo el vaivén de las olas y las hojas de los sauces resbalando por tu húmeda piel, el pelo enredado entre los rayos de sol que se reflejan en la orilla.
Calma y desesperación. Caos y entropía.

Caos

Las palabras se arremolinaban en mi cabeza, precisas, listas para ser dichas, pero ni un suspiro se escapaba de entre mis labios. El caos reinaba, la paz se había extinguido, estaba inmóvil, con la cabeza gacha, mientras esas palabras iban y venían, se formaba aquella frase exacta, perfecta, pero que no era capaz de expresar. Él me observaba con los ojos llorosos, fijos en mi, esperando algo que no era capaz de darle, apartó la vista, se dio media vuelta y se fue. Cuando estaba a unos pasos largos de distancia, las palabras tan caóticas, se unieron en un conjunto armónico y salieron disparadas cual balas de mis labios: “Te amo” 

 Final a) Paró en seco, dudó unos segundos, con las lágrimas saliendo a borbotones de sus ojos, se giró hacia mí y corrió a abrazarme. 

Final b) Pero ahora ya era demasiado tarde, él no me escuchaba, mis rodillas cedieron, me desplomé, las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Le había perdido.