sábado, 3 de diciembre de 2011

Libertad

Una lágrima resbalaba por mi mejilla, la oscuridad era abrumadora, estaba sola, o no, no lo sé, no veía nada, llegué a hacerme sangre al morderme las uñas.

Una carcajada rompió el ambiente, me sacó de mis cavilaciones, mis ojos se abrieron de golpe, las lágrimas cesaron, y un escalofrío me recorrió la columna, algo me agarró de pies y manos, me inmovilizó, grité, intenté patalear, pero no logré soltarme, sentí un pinchazo en la pierna, repetidas veces, me quemaba la piel, el dolor ascendía por mi venas, por mi cuerpo, se apoderó de todo mi ser. Empecé a convulsionarme, gritos ahogados salían de mi garganta, sudor… ¡Qué agonía!

Lo que me sostenía me dejó libre, podía moverme, pero tenía miedo, mi ropa se había desgarrado, no me atrevía siquiera a parpadear.

Un foco de luz me cegó, caí inconsciente.

No sé cuanto tiempo pasó, segundos, minutos, horas… No lo sé, no tenía nada claro.

La sala estaba iluminada, las paredes eran grises y no había ventanas, sólo tenía ese pequeño fluorescente que zumbaba al estar encendido.

Se abrió una compuerta, dejaron un espejo, agua y pan. Cogí el espejo, ¡no puede ser! ¿Qué me han hecho? Ahora tenía una larga melena azabache, mi piel era azul y escamosa, mis manos… Eran garras, mis ojos estaban bañados en sangre, y mis colmillos eran grandes y amarillentos, era tres veces más alta.

Tiré el espejo a la otra punta de la habitación, me levanté y aporreé la puerta.

-¡¿Qué me habéis hecho!?

La puerta se convirtió en astillas y una alarma empezó a sonar. En un abrir y cerrar de ojos un millar guardias armados se colocaron delante.

Di un paso al frente, temblaron y a uno se le disparó el arma, Habitación a oscuras. Aproveché la ventaja y di zarpazos hasta que volviera la luz.

¡Mierda! Una bala me atravesó el hombro. Mi cabeza empezó a dar vueltas. Me desmayé.

Desperté encadenada a una columna con un guardia apuntándome, tenía un manchón verde en el hombro herido, ¿mi sangre también había cambiado? Bajé la cabeza, el guardia tembló.

-Dispárame y termina con este sufrimiento.

-Negativo, tengo órdenes de mantenerte con vida.

Cerré el puño y di un tirón seco a la cadena. Una descarga eléctrica me sacudió. No podía escapar, estaba condenada a sufrid sus experimentos, a ser un monstruo. He perdido mi libertad.

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