viernes, 21 de mayo de 2010

Agonía

Abrí los ojos, estaba en una extraña habitación blanca, sola. Intenté levantarme, pero no podía, giré la cabeza, pero me dolía. ¡Estaba atada! ¿Por qué? Probé a gritar, ni un sonido de mi garganta...
Acostumbré los ojos a la poca luz existente y observé gotitas escarlatas caer ante mí.
El pánico se apoderó de mi ser.
Acentué el oído y escuché un cuarteto de cuerda a lo lejos, la música relajó mi cuerpo, pero una punzada de dolor me devolvió a la realidad y una descarga eléctrica me sobrealteró.
Un sudor frío empezó a correr por mi frente, provocándome un ligero cosquilleo.
Unas débiles pisadas se escuchaban por debajo de la música cada vez mas cercanas.
Empecé a angustiarme, me removí como pude en la incómoda silla, mi corazón palpitaba a una velocidad sobrenatural cuando...

-¡Parece que ya despierta!
-¡Oh al fin!- Sollozó una mujer a lo lejos.

Me encontraba en una habitación de hospital con dos médicos, uno sostenía unas planchas de reanimación y el otro me inyectó algo con una jeringuilla en el brazo, el mismo dolor punzante de antes.
Giré la cabeza a la izquierda sin pronunciar palabra y vi el suero intravenoso que me habían colocado, caía lentamente, al igual que la sangre del sueño.
Las lágrimas empezaron a resbalar por mi rostro, se escapaban desesperadamente por mis ojos entrecerrados.

-¿De dónde viene esa música?- Susurré.
-¿Qué música? No hay ninguna.

Mis ojos se abrieron fugazmente y las lágrimas cesaron.

-Yo oigo violines...

Los médicos se miraban extrañados y antes de que dijeran algo una risa atronadora rompió el silencio que causó mi comentario y...Oscuridad.

1 comentario:

  1. A mi también me "SOBRE ALTERA" QUE ME "INYECTEN UNA JERINGILLA", debe ser muy doloroso tener una jeringilla dentro del cuerpo.

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