domingo, 30 de agosto de 2009

1) historia corta con final abierto

Erase una vez... Y colorín colorado se dejaron la puerta abierta.

4 comentarios:

  1. Y como había corriente se cerró de golpe, matando al pequeño jilguero que quería entrar. La cabeza dentro y el cuerpo fuera. En el suelo una mancha roja de sangre, recorriendo con paciencia infinita los bordes de cada baldosa. ¿Hasta donde llegaría la sangre? ¿Tiene un recorrido concreto o acaso el azar la lleva?

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  2. La inclinación del piso la llevaba hacia la pequeña cama de Dalí, un gato pardo con mirada siniestra. Al llegar hasta sus bigotes, Dalí se relamió, y entreabrió su ojo derecho. Parpadeó un par de veces, ¡cuantas veces había soñado tener entre sus garras a aquel bicho con plumas! ¡Cuantas! Ahora por fin tenía la oportunidad, solo que...

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  3. ¿Donde está el resto del cuerpo? Se preguntaba Dalí, más respuesta no hallaba. Revolvió toda la sala, nada encontró, hurgó entre los enseres de la habitación, subió y bajó de los muebles, no una, decenas de veces, allí no estaba el resto del cuerpo. La mesa estaba preparada, los cubiertos, las servilletas, los vasos y platos, las perdices seguían allí, con su salsa y sus patatas, por lo que nadie fue feliz.

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  4. Pido perdón, pues en mi pobre ignorancia creí que este breve, brevísimo, enano, atómico (por lo pequeño), diminuto y minúsculo relato, podía ser continuado.
    Ideas no me faltan, es más, creo que me sobran y mi imaginación desbordada por palabras, situaciones y ambientes a incurrido en el error de creer que, amparado en la necesidad de contar, de expresar, marrar y relatar acontecimientos, bien podía continuar con el texto.
    Reitero pues mis suplicas de perdón y espero clemencia de la autora, así como ansió no volver a caer en esa necesidad y necedad que me corroe y angustia de trasmitir mis, por otro lado, maravillas, extraordinarias e inigualables historias.

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